La hidrofobicidad es una propiedad de los suelos que retrasa la infiltración del agua durante periodos de tiempo que pueden oscilar entre algunos segundos y horas, días o meses. Si bien las partículas minerales pueden considerarse hidrofílicas, la hidrofobicidad aparece como consecuencia de la presencia de determinadas sustancias orgánicas (especialmente lípidos y ceras) aportadas por la vegetación y los microorganismos del suelo. Además, el grado de hidrofobicidad del suelo puede variar en función de la humedad edáfica y ambiental, la temperatura, la textura, la mineralogía o la acción del fuego. Entre los impactos más importantes de la hidrofobicidad del suelo se encuentran el incremento de las tasas de escorrentía, el incremento del riesgo de erosión o la aparición de frentes irregulares de mojado y vías de flujo preferencial. Estos impactos, a su vez, tienen consecuencias importantes en el funcionamiento del suelo o, en el caso de suelos cultivados, el rendimiento y el riesgo de contaminación. Aunque la hidrofobicidad del suelo es un fenómeno percibido desde principios del siglo XX, su estudio ha cobrado relevancia durante las últimas dos décadas, a partir de los estudios de Leonard DeBano (EEUU) y Stefan Doerr (Reino Unido). Seguir leyendo | Continue reading
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December 2020
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